domingo, 27 de marzo de 2011

Que cien años no es nada....




Dicen que lo que marca a una persona son los brazos que la acunaron, los brazos de mi madre cumplieron hoy 100 años, digo mi madre aunque sea mi abuela. Por que nunca me dejó llamarla abuela, o abuelita, a lo máximo Mamá Grande Ella pasó bruscamente del rol de hija mimada de una familia de alta alcurnia a ser MADRE de un total de 17 hijos/nietos.

Su fuerza construyó el carácter de una mujer hermosa,
descendiente de un presidente de la República, y quien sabe más personajes de los libros de historia, de quienes tendríamos que armar una enciclopedia de personajes. Ella también muy joven quedó madre soltera de 3 hijos, una mujer dos varones. Incluso mediaba como una fiera cuando alguien se metía con los hijos del segundo matrimonio de su segundo esposo. Arrogante, con sus ojos claros y blonda cabellera paseaba como una amazona por las calles de Arequipa ante los ojos admiradores de sus pobladores. Dicen las leyendas que una vez el caballo se le encabritó en medio de la Plaza Mayor de la Ciudad y ella logró que el caballo se calmara frente a una multitud que ya la daba por muerta. Su única hija, una nena criada entre grandes pianos de cola y nanas que la vestían y peinaban conocío a este joven, un adolescente moreno quien haciendo maña de su riqueza y unos ojos llenos de autoridad y ternura se la llevara cuando solamente tenía 13 años. Ya de 15 fue madre de dos melizas quienes murieron a los pocos días de nacidas, de sus primeros 4 hijos sale una hembra con el mismo temple y belleza que sus antecesoras, esa fue la que me trajo al mundo.

Pero volvamos a la generación anterior, la que por más de 80 años estuvo junto a su hippie del inicio del siglo XX que la llevó como un caballo veloz por una serie de encierro, destierro, criar sola a 4 niños en medio de una guerra, al final de la cual su marido tuvo que volver a veces a caballo pero las mas a pie a enterrar a dos de ellos. Fue la guerra del Chaco. Ya juntos el volvió a sentar cabeza y tuvieron más niños, entre riquezas, desventiras, calamidades, bancarrota lograron tener a una pandilla de adolescentes indomables llamados por el vecindario los "malditos" por supuesto Mamá los mandó a llamar Marcianos a quienes les pusieran más apodos, la única hermana y mayor, ayudó a criar entre hermanos y un sobrino. Cuando la desventura volvió a tocar las puertas de la enorme casona, la hija también muy joven salió a trabajar a las más altas alturas del Alto Perú, conoció al hijo de un hijo de un emigrante de las antípodas, pero que la diosa fortuna quisiese que fuera también su primo segundo o tercero. Ya Alicia estaba en más de la mediana edad cuando le volvió a tocar ayudar a criar a 4 más hasta que ellos tuvieron que dejarla con el alma desgarrada porque el hogar no era en su casa sino el olor de su cocina y su regazo. Los desayunos de una multitud esperando el cafecito y la leche de la mañana, el pancito cocinado en sartén, los huevos naranjas de las gallinas sin preñar. Si, el hijo menor de Alicia era apenas unos meses de su nieto mayor, y la única niña sentada a la mesa quien rogaba que terminara la escuela y la hora de la siesta para incurrir en una nueva aventura rodeada de sus tios y primo adolescentes... era yo: el miembro de la pandilla usado como juguete al inicio, de pronto amarrada a un árbol gritando que no la descabellazan o colgando de una soga por la cintura de lo más alto de la casa hasta que algún adulto nos descubriera y fuesemos a terminar todos a castigo, esas veces en que a Alicia los ojos se le tornaban terroríficamente en grices. Toda la escalerilla de crios esperaba con pasión la hora del pancito con huevitos, el churrasquito mañanero, empanzarse hasta más no poder con el aroma que nunca abandonará sus sueños y los juegos descenfrenados con la enmarejada de tíos/primos/hermanos.

El tiempo no pasa en vano, ya se fueron a la Universidad, yo a otra ciudad. De allí a ser el enganche de los "desgraciados" con chicas, calzon de bobos, vestidito, zapatitos de charol como una canción, presentada a toda jovencita como "mi sobrina", claro que el gancho tenía so recompenza en algodón de azúcar o manzanas coloradas. Igual, cada semana era una jovencita diferente y lel algodón de azúcar el mismo.

Luego vinieron las novias a quienes pedían en mano: "esas" que tenían o un ojo más grande que el otro, o me parecían bizcas o que tenían un dedo más grande en el pié. Aquellas que trataba de desalojar sentandome en medio de ellas y mis compañeros de juegos que ya no querían jugar conmigo. También crezco, "esas" me dan primos a los que adorar o con los que salía loca los domingo, a veces encerrandome de terror en mi cuarto. Y Alicia el centro de todos, cuando aún tenía fuerzas de un adobito, el aroma de mi madre es y será siempre de pan caliente, del caldito humeante, los pedazos de carne robados en la cocina, de las rodillas de mi abuelo quien hasta de veinte años cuando nadie nos veía me daba los trozos más deliciosos de su plato.

No creo que ni el cumpleaños de la Mama Grande de García Márquez fue tan cacareado en dos ciudades, el tronco que une a seis apellidos llegaba hecha una dulce anciana de ternura inteligente ya llegaba a su centenario en sus cinco sentidos. Cuatro meses de planes discusiones, ganas de romperle el cuello a alguno porque yo defendía lo que MAMÁ quería y ellos lo que era más conveniente a su edad, con los años la he visto salirse con la suya conociendo la psicología de cada uno de sus hijos menos a dos: las hembras.


Por supuesto MAMÁ se salió con la suya, reunió hermanos, hijos, sobrinos, nietos, bisnietos y tataranietos. Escogió la música que quería: una Tuna Universitaria, el color y tela de su vestido y el maquillaje que tenía que llevar. La reciben con aplausos, al fin ella es la reina de corazones. El mayor de sus hijos varones dá el primer discurso, luego la menor de sus nietas toma la palabra. Llega la Tuna a quien la mayor de las nietas hace aprender carnavalitos arequipeños. Abrazos, reencuentros, un día hermoso inolvidable y sobretodo UNICO. Ver matrimonios, cumpleaños, nacimientos, divorcios, peleas, duelos es normal en una familia. Pero ver a la Reina de Corazones llegar a sus 100 años como ella se lo merece es algo único. Al nudo que entreteje 6 apellidos tan distintos es algo que muy poca gente llega a ver en su vida, ver a mi madre festejar su centenario tal como ella lo dispuso. Como toda Reina, a la hora que ella lo indica se retira despidiendose de sus cortesanos en medio de aplausos. Ya en su cama y vestida como a ella le gusta me dice: "Estuvo bonito, ¿no?" si le digo que a la mañana siguiente hay que desayunar con sus hijos.

Veo en su hermoso rostro no sólo un ciclo de 10 décadas sino el de 5 siglos de un eslabón de mujeres desde las que dejaron sus montañas en España a un continente jóven 5 siglos de mujeres hermosas, fuertes, inteligentes y finas.
Veo pasar los rostros de las nuevas mujeres de nuestra matricarcal estirpe, y les pido a las que estuvieron antes las llene de fuerza inteligencia y ternura para lograr lo que ellas nos dieron.


FELIZ CENTENARIO MAMÁ ALICIA!!!